jueves, 10 de enero de 2013

Miguel Hernández











Lo tuyo fue el surco profundo,
la arruga en el rostro curtido,
la hendidura causando mella.
Fueron tus versos azadazos
de sinceridad desplegada.
Sembraste en todas las ranuras
palabras de grandes señales.
Tu cerebro de mil cisuras
circunvaló todas las penas.
Canal púrpura. Muesca herida.
Las huellas de tus pies descalzos
mancharon el suelo de la cárcel
y en el papel higiénico quedó
la santa faz de su semblante noble.