Poema de presentación:
EL
PERRO
La finca en la que vivo tiene una
vivienda por planta.
Mi morada está en el último piso. En
ella desde hace
unas semanas sufro y me sobrecoge
cualquier ruido.
He de confesaros con gran vergüenza que
abandoné
a mi viejo perro por su abominable
deterioro.
De unos días para acá no salgo. Escucho
tras la puerta
quejidos y arañazos que se convierten
por las noches
en repelentes aullidos que remueven mi
conciencia.
Y no duermo. El remordimiento me ahoga.
No como, solo
bebo alcohol y ando de un lado para otro
tambaleándome.
Pero ayer, a punto de desfallecer, dejé
de oír
al animal. Sentí un horror indecible.
Quise abrir
pero no lo hice. Sabía que había muerto,
que estaba
su cadáver en el umbral y su espíritu
esperándome.
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